Durante el verano, el Vaticano lanzó la primera colección de NFTs denominada Scholas Occurrentes. Una colección compuesta por tres piezas. Hace días imitando un poco ese lanzamiento, en Tailandia, la archidiócesis de Bangkok lanzó una imagen mosaico con la visita del Papa Francisco al país asiátco en 2019.
Los principales argumentos han sido comunicativos, de celebración. Por un lado, como una manera de adaptar a las generaciones jóvenes las formas de expresión de fe. Por otro lado, como otro canal para extender el mensaje del Papa Francisco. En último lugar, como una manera de comunicar al conjunto del planeta –incluyendo al digital- la apuesta por el futuro de la Iglesia Católica. El mensaje de que la Iglesia Católica se mueve.
Hace siglos y durante bastantes años, Iglesia y poder político llevaron a cabo un intenso enfrentamiento por gobernar el mundo y por la gestión de los bienes de ese mundo. También hubo acuerdos, especialmente cuando ese poder político fue configurándose en Estado-nación, haciéndose con dos monopolios que van intrínsecamente unidos: el fiscal y el de la acuñación de moneda. Sin embargo, ninguno, aunque en diversa medida según las distintas concreciones, dejó de lado “lo social”. Entre ambos, presionan para la reformulación de los futuros de la economía. Ambos han intentado, en sentidos frecuentemente extraños entre sí, fomentar la denominada dimensión social de la propiedad. Presionan para la redistribución de los futuros y, en el fondo, para legitimar la economía.
la cuestión de los NFTs sitúa a la Iglesia Católica ante una de sus principales fuentes de tensión a lo largo de su historia, como es la de la propiedad privada. Una tensión, ahora, en clave digital y, por lo tanto, en clave de futuros digitales. Pero, de momento, los NFTs no se proyectan sobre los futuros espirituales. Aunque, eso sí, un representante de la Iglesia Católica en Bangkok justificó el lanzamiento del NFT como una posibilidad para que los jóvenes expresen su fe e identidad. Y es que es en la proyección comunitaria de la Iglesia Católica, como comunidad global, donde los NFTs tienen un gran potencia