El cuestionamiento más repetido sobre las criptomonedas de presidentes y líderes mundiales, es que no tienen respaldo. El beneficio de la descentralización, paradójicamente es para ellos una falla del ecosistema. Aseguran que no son confiables las criptos porque no hay una persona o institución que se haga cargo y que no tienen ningún respaldo detrás a diferencia del dominante dólar. ¿Pero cuál es en realidad el respaldo del dólar o cualquier otra moneda fiduciaria?
Después de la Segunda Guerra Mundail se estableció que el dólar sería la moneda internacional respaldad por el oro. Cada onza, unos 28 gramos redondeado, equivaldría a 35 billetes verdes. Es decir cada papel impreso de dólar representaba a un equivalente en un material físico y concreto como el oro.
En 1971, estalla una crisis internacional y EEUU se ahoga en problemas financieros por la Guerra de Vietnam. El presidente Richard Nixon decide entonces abandonar el patrón oro, es decir que desde ese momento cada dólar deja de tener un respaldo físico, tangible, y cada billete impreso pasa a tener un respaldo subjetivo. La “garantía” de ese papel es la institucionalidad de Estados Unidos, su poder económico y fortaleza como nación, o como dicen algunos especialistas crìticos de la emisión de billetes, “el único respaldo concreto de las monedas fiat es la imprenta”. Nada que se pueda tocar o tener. Es decir que el mundo “confía” en que cada dólar tiene respaldo, pero ese respaldo es subjetivo, no se puede tocar.
Podríamos decir que las criptomonedas tienen también un respaldo subjetivo como el dólar. En este caso, para muchos es la descentralización sin controles ni dominio de una persona o gobierno que decide. Para muchos esto no es respaldo y está bien las opiniones porque como es un respaldo subjetivo, el mismo que tiene el dólar. Claro que muchos dirán que no es lo mismo, que el poder de Estados Unidos es evidente. Para ellos, vale recordar el dominio total del Imperio Romano con sus propias monedas acuñadas o el inmenso poder de España a fuerza de oro americano que parecía eterno pero que, como todo, algún día termina.
La otra diferencia que algunos marcan que es por ahora Estados Unidos o los otros gobiernos salen a responder ante una crisis para respaldar a su moneda fiduciaria. En ese caso valen otros recuerdos, la crisis financiera del 2008 o el estallido griego. Cuando pueden, no todos lo logran, respaldan sus sistemas financieros en crisis, con devoluciones de fondos del Estado pero casi siempre, en un plazo muy extenso que diluye el valor y no compensa las pérdidas. Realmente todos confían en que ante una gigantesca crisis, Estados Unidos saldrá a respaldar las inversiones internacionales sobre el dólar. Un recuerdo final, ante un enorme problema, Richard Nixon decía encerrase para defender su economía, terminó con el patrón oro, puso impuesto a las importaciones y redujo la ayuda financiera al resto del mundo.