“Dentro de pocos años no se podrá distinguir que es verdad y que no”, aseguran los especialistas. El perfeccionamiento de la inteligencia artificial aplicada a las transformación de imágenes y videos es asombroso. Una gran herramienta para que Al Pacino y Robert De Niro parezcan 30 años menores en The Irishman, la película de Netflix candidateada al Oscar en la Gemini Man con un Will Smith juvenil. Pero también es un instrumento de enorme peligrosidad en estos tiempos de postverdad y fakes.
La calidad técnica actual permite que se pueda hacer decir a cualquier persona, en un video, algo que nunca dijo. Transformar rostros como se quiera en videos pornográficos y poner a cualquier persona en una situación que no estuvo. Un caso emblemático es el de una periodista latina de la cadena árabe Al-Jazeera, que mediante el retoque digital, fue presentada en un video “insultando” la religión islámica algo que nunca hizo. El resultado, es que debió dejar Medio Oriente, por la lluvia de amenazas de muerte que provocó esa deepfake.
Especialistas y organizaciones están alertadas por este gran riesgo y empiezan a ver en las blockchain la única alternativa fiable para contrarrestrar esta “realidad provocada”. Los primeros pedidos de regulaciones y controles, especialmente a las redes sociales, van choando contra una realidad de grandes corporaciones como Facebook que administra esos controles a beneficio de su propio imperio. Antes eso, la descentalización de las blockchain es la mejor herramienta para lograr un control genuino e independiente de intereses comerciales… y de los otros.
La capacidad de blockchain para proporcionar una validación descentralizada de autenticidad y una cadena de custodia clara la hace potencialmente efectiva como una herramienta para rastrear y comprobar veracidad, más allá de su origen dedicado al mercado financiero de las criptomendas.
Los sistemas Blockchain utilizan un libro mayor descentralizado e inmutable para registrar la información de una manera que cada entidad que lo usa verifica y vuelve a verificar continuamente, lo que hace que sea casi imposible cambiar la información después de que se ha creado. Si bien los algoritmos criptográficos y el hash no son exclusivos de blockchain, la tecnología blockchain es inmutable por lo que se convierte en una herramienta con capacidad única para dar transparencia y contrarrestrar los riesgos interminables de las deepfakes.
Al proporcionar una mayor transparencia en el ciclo de vida del contenido y cerrar la brecha de responsabilidad de las víctimas de las injusticias digitales, blockchain podría ofrecer un mecanismo potencial para restaurar la confianza en nuestro ecosistema digital.
La implementación de la tecnología blockchain para garantizar contenidos de redes no es difícil de implementar pero requiere un cambio de paradigma desde las corporaciones de las grandes redes e inclusive desde los entes reguladores internacionales. Deben aceptar que las blockchain son una herramienta infinita, más allá ed las criptomonedas. Y lo más importantes, esas corporaciones y entes de control, que concentran poder, deben aceptar que la implementanción de la cadena de bloques es descentralizar ese poder y exponer todo a todos, aun las propias transgresiones.