Las últimas decisiones de China con respecto a las criptomonedas están enfocadas en eliminar este activo digital y tal decisión ha provocado que el Bitcoin, que había saltado en un año desde menos de 10.000 dólares hasta los 65.000, se cotice ahora sobre los 30.000 dólares.
Todo empezó cuando el gigante asiático empezó a clausurar granjas de minado en su territorio, reforzó los controles bancarios para evitar que sus ciudadanos realizaran transacciones con ‘criptos’, e incluso empezó a bloquear las búsquedas relacionadas con los principales exchanges de bitcoin.
Ahora, los motivos y la estrategia del régimen chino parecen estar un poco más claros, y tener unos horizontes más amplios que los de meramente influir sobre las actividades de minado de Bitcoin: tal y como aseveran varios medios internacionales, el Banco Popular de China parece decidido a ser el primer gran banco central que emita y consolide su propia criptomoneda, el Yuan digital.
Y, para lograr el triunfo de esta divisa, centralizada y que pone en bandeja la monitorización de todas y cada una de las transacciones (y de la identidad de sus protagonistas), se hace necesario reducir la competencia de las criptodivisas anónimas y descentralizadas.
El gobierno de Pekín “cree que [la tecnología blockchain] es una amenaza directa porque… está fuera de su control“, afirma Jim Cramer, experto en negocios de CNN.
El BPCh ya dijo el mes pasado que esta tecnología “perturba el orden económico y financiero, y genera riesgos de actividades delictivas como transferencias ilegales de activos y lavado de dinero”.Pero China pretende con este movimiento no sólo someter a un mayor control su mercado financiero interno, sino también aumentar su autonomía con respecto al actual mercado financiero global, aún muy vinculado al dólar estadounidense.